Cándido Omar Chenau
Una pieza sin revoque, con una alfombra de tierra negra. Una cama abandonada acompaña una mesa de luz con una caja de vino encima.La pieza no tiene ventanas ni puertas. Su habitante no espera visitas.Carlos Chenau, “El cholo”, como le gustaba que le dijeran.De profesión recitador.Sale de su humilde pieza a buscar un vaso de vino entre amigos que va a conocer intentando resistir la soledad.Su cuerpo esta hecho de montones de recitados, según el los aprendió de chico en los bares, escuchando y memorizando, sin duda una memoria prodigiosa.Indigna para este país. Anda en los bares, esperando un saludo.Busca debajo de las mesas una invitación amistosa como un niño ingenuo.Entre comer y tomar un vino, él elige comer, pero no lo invitan sino a beber, su pago aunque no se lo pidan siempre es el mismo, un buen recitado.El campo y el viento le han curtido la cara, ese maquillaje que da el trabajo.Un gordo tomando un café en “La Roca” alguna vez gruño “esto hay que grabarlo, no puede quedar así”, pero no, era dejarlo sin lo único valioso que tiene, sin sus recitados no sería lo mismo.Sería callarlo.Los indios mexicanos creían que las historias debían ser contadas en las hogueras, era de la única forma que conservaban la magia.“El Cholo” alegro nuestras noches de borrachos, se gano su vino. El otro día mi viejo me dijo que se había muerto.Nadie dijo nada.No siquiera, - Che se murió Carlitos Ma Fale”. Se hablo más del suicidio de la hija del intendente de no sé que ciudad de Buenos Aires. Mírenlo apagando las luces de la plaza antes de irse a dormir. Mírenlo recitar una historia eterna de un gaucho enamorado de su caballo. Mírenlo cerrar todos los bares.Mírenlo apoyado en la barra, esperando que le convides un trago. Mírenlo muerto con la pieza sin revocar, y nadie alrededor para enseñarle sus recitados.Mírenlo.La muerte se llevo su voz.Mírenlo, era un amigo nuestro.
Una pieza sin revoque, con una alfombra de tierra negra. Una cama abandonada acompaña una mesa de luz con una caja de vino encima.La pieza no tiene ventanas ni puertas. Su habitante no espera visitas.Carlos Chenau, “El cholo”, como le gustaba que le dijeran.De profesión recitador.Sale de su humilde pieza a buscar un vaso de vino entre amigos que va a conocer intentando resistir la soledad.Su cuerpo esta hecho de montones de recitados, según el los aprendió de chico en los bares, escuchando y memorizando, sin duda una memoria prodigiosa.Indigna para este país. Anda en los bares, esperando un saludo.Busca debajo de las mesas una invitación amistosa como un niño ingenuo.Entre comer y tomar un vino, él elige comer, pero no lo invitan sino a beber, su pago aunque no se lo pidan siempre es el mismo, un buen recitado.El campo y el viento le han curtido la cara, ese maquillaje que da el trabajo.Un gordo tomando un café en “La Roca” alguna vez gruño “esto hay que grabarlo, no puede quedar así”, pero no, era dejarlo sin lo único valioso que tiene, sin sus recitados no sería lo mismo.Sería callarlo.Los indios mexicanos creían que las historias debían ser contadas en las hogueras, era de la única forma que conservaban la magia.“El Cholo” alegro nuestras noches de borrachos, se gano su vino. El otro día mi viejo me dijo que se había muerto.Nadie dijo nada.No siquiera, - Che se murió Carlitos Ma Fale”. Se hablo más del suicidio de la hija del intendente de no sé que ciudad de Buenos Aires. Mírenlo apagando las luces de la plaza antes de irse a dormir. Mírenlo recitar una historia eterna de un gaucho enamorado de su caballo. Mírenlo cerrar todos los bares.Mírenlo apoyado en la barra, esperando que le convides un trago. Mírenlo muerto con la pieza sin revocar, y nadie alrededor para enseñarle sus recitados.Mírenlo.La muerte se llevo su voz.Mírenlo, era un amigo nuestro.
Ivan Ferreyra (Drunk)
Ramiro Argañaraz
Ramiro Argañaraz
[Serie de Cuentos de Iván Ferreyra ilustrados por mi]
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