
Perder un colectivo. Sentirse el peor. Como un país invadido. Las demoras. El retraso. La calle es un manojo de preguntas recurrentes. ¿A donde ir? ¿Esperar?. Los domingos a la noche lo escucho al gordo Santiago Aguirre en Nada de lo mismo en la Cielo. Lleno de jazz para principiantes para las masas donde generan esa falta de caricias por ser tan ásperos que se lastiman. Los domingos a la tarde veo Picoteando por el campo en Canal Rural. El Cisprem que cambia de revoques tapa sus paredes que siguen cayendo. En épocas de dudosa libertad de prensa. Las putas tienen una segunda oportunidad dice Malcom Rivers en Identidad. Los afiches en las paredes cordobesas no lo demuestran. Crónica TV se ríe de Crónica TV. Cerca del aniversario del golpe el equipo que lideraba el torneo de fútbol se llama Arsenal. Necesito llorar. El cabezón Sotelo abandono la esquina para resistir con un porrón helado al sol en la Alameda. Los pizzeros de la San Luis niegan el hielo para el Toro Helado y te lo dan de mala gana en una compotera de helado muerto. La única verdad son los testimonios de Sprayette. Yo conocí la fe, era cerca del Sep, una calle llena de remeras rojas con inscripciones “estoy para ayudarte”. No se puede vivir en una ciudad en que no se puede andar descalzo. Ricki Martín canta la vida es bella. Cléver Abreu, un negro de chiva, una negra de dientes de pescado, un buda negro con fotos de famosos carente de sabiduría y otro negro que se hace el loco. Yo pienso en los pobres y tiro la yerba en el resumidero para los que juntan en las cloacas. Yo tengo triunfos esporádicos un chofer me dice Buen día cada dos semanas. El sátiro del Cine Córdoba habla de cine con una boca sin lugar para hostias. Con actitud pendenciera resistiéndose a abandonar los 35 Mm. Un tipo que ya el cansancio no le entra en el cuerpo sostiene un grabador que pregona éxitos de amor. Como una estatua griega de lanzadores de discos. El discóbolo. El colectivo lleno de gente y la música aturde. No hay nada más hermoso que vivir sin ti. Alguien pregunta dudando, ¿Anda? El vendedor en una milésima de segundo rebuzna con el poco aliento que le queda “Siempre ando por acá”. Satisfacción garantizada. Cheyenne. Alejandro Sáenz. Marco Antonio Solís. Isabel Pantoja. Esos nombres que salen de esa boca hastiada de speachs parecen los nombres de los que nos colonizaron. En la calle ese televisor que dejo de ser ventana se ve un cartel rojo que dice ocho años parados. No hay nadie con la cara más dura que los radicales. Excepto Jairo, que tiene los dientes más duros. Más larga se hace la agonía de los que colgamos de ese caño transpirado de viajeros. Necesito llorar y esa música no sirve. Claustrofobia. Ojala no deba leerla, ya que en ese instante me sentiría hacinado. Cuando suenan los teléfonos en los bondis todos miran al agasajado. Y esperan que conteste: ¡Hola Néstor! Como si hablara con el mismo presidente. Al desilusionarse todos vuelven la vista hacia el televisor. Y se ve esa motosierra gigante de la calle Avellaneda que nadie se anima a usar. Por eso la revolución se vuelve más lenta. Escribo en MC Donalds mientras miro gordos alemanes que gastan euros y eructan pesos. Pienso en si los camarógrafos del gourmet son todos gordos. Pienso en los baños gratis que tengo en el centro. Plaza San Martín y el Patio Olmos. ¿Los heavys no sienten calor? Con sus camperas de cuero y sus borcegos. ¿Donde esta la belleza? Fabiana Massena vendiendo edificios de ladrillos vistos que arruinan barrios de fachadas históricas. Pero con una sonrisa encantadora siguen destruyendo esta ciudad. Pero le ponen una escultura. ¿Y por que vivir en una ciudad que no se puede caminar descalzo?. ¿Porqué levantamos la voz y huimos al ruido del trueno? ¿Qué es un alemán? Arte en la Plaza San Martín, a cincuenta metros de mi baño gratis. Algo más que palomas.
Música. Sólo música. One perfect sunrise. Orbital. Una genialidad electrónica. Ricardo Montaner. Déjame Llorar.
Texto: Ivan Ferreyra
Ilustración: Ramiro Argañaraz
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